¿Quiénes son los dueños de Colombia?
Lo más hilarante del proceso de paz fue que jamás se le planeó entregar el país a nadie. El país le ha pertenecido, por decenios, a más de 5 familias políticas (Samper, Lleras, López, Santos, Ospina, entre otros) y a cuatro monopolios, éstos son: el Club Santo Domingo, el Grupo Bolívar, la organización Ardila Lülle y el voluptuoso imperio de bancos usureros de Luís Carlos Sarmiento Angulo.
Ahora definamos los poderes del
Estado colombiano de la mejor forma, así:
Las instituciones “democráticas”:
oficinas de empleados de los truts monopolistas.
Los partidos políticos: tenorio
de gangster que retozan con los resortes del lucro.
Los medios de comunicación:
tribuno de los monopolios económicos para mantener el Statu Quo. Sí, de
Sarmiento Angulo, Alejandro Cortés y Santo Domingo.
¿Conoce usted el nombre de esos
tres caballeros? ¿Por qué los medios no los nombran, si son los más ricos del
país? Uribe, Santos, Vargas Lleras, los López y las demás progenies políticas
impresas en el marco legal son simples asalariados de los detentadores del
dinero.
Álvaro Uribe, alias el gran colombiano, paladín de la corrupción y
destructor de la dignidad laboral y campesina de los colombianos, promotor de
las modificaciones estatales para dar impunidad a sus elegidos, liberal en un
grado tan alto que fue el promotor de la paz con el M-19 en sus tiempos antes
de llegar a la presidencia, y quien ahora se opone a los acuerdos con las FARC,
sin hablar de la intervención extranjera de nuestro país, también de que ha
hecho del conflicto un fin lucrativo y ha llevado a los colombianos a los
más altos índices de la pobreza mediante las reformas a la salud, al trabajo, a
la educación, al campo, a la vida y al destino de nuestro país.
Alejando Ordóñez Maldonado, un conservador ‘democrático’ (en el sentido
decadente y posmoderno de la palabra), ha sido el mayor cómplice de la
presidencia de Uribe y sin hablar de muchos personajes investigados, además de
que se asemeja al “todo fue a mis espaldas” de Santos; desde el 2010 se había
denunciado el caso de Odebrecht pero el procurador, creyendo que la izquierda
era el mayor de los males, no hizo absolutamente nada porque también fue
sobornado. Muchos casos más de corrupción que logran dar mala imagen al
catolicismo, pues él se cree el representador de cristo en la democracia
colombiana, algo realmente patético.
Los
nacionalistas somos más socialistas y revolucionarios que esos terroristas
vestidos de corderos. ¿De qué nos servirá un Estado “moralmente” correcto –
aglomerado de godos y uribistas – sí estaremos, a la par de unos cuantos
lustros, infestados de multinacionales gringas, inversionistas europeos y
atestados de deudas con la finanza internacional?
Álvaro Uribe, alias el gran
colombiano, paladín de la corrupción y destructor de la dignidad laboral y
campesina de los colombianos, promotor de las modificaciones estatales para dar
impunidad a sus elegidos, liberal en un grado tan alto que fue el promotor de
la paz con el M-19 en sus tiempos antes de llegar a la presidencia, y quien
ahora se opone a los acuerdos con las FARC, sin hablar de la intervención extranjera
de nuestro país, también de que ha hecho del conflicto un fin lucrativo y ha llevado a los colombianos a los más
altos índices de la pobreza mediante las reformas a la salud, al trabajo, a la
educación, al campo, a la vida y al destino de nuestro país.
Alejando Ordóñez Maldonado, un
conservador ‘democrático’ (en el sentido decadente y posmoderno de la palabra),
ha sido el mayor cómplice de la presidencia de Uribe y sin hablar de muchos
personajes investigados, además de que se asemeja al “todo fue a mis espaldas”
de Santos; desde el 2010 se había denunciado el caso de Odebrecht pero el
procurador, creyendo que la izquierda era el mayor de los males, no hizo
absolutamente nada porque también fue sobornado. Muchos casos más de corrupción
que logran dar mala imagen al catolicismo, pues él se cree el representador de
cristo en la democracia colombiana, algo realmente patético.
Los nacionalistas somos más
socialistas y revolucionarios que esos terroristas vestidos de corderos. ¿De
qué nos servirá un Estado “moralmente” correcto – aglomerado de godos y
uribistas – sí estaremos, a la par de unos cuantos lustros, infestados de
multinacionales gringas, inversionistas europeos y atestados de deudas con la
finanza internacional?
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